miércoles, 27 de septiembre de 2017

Cómo utilizar el concepto de alcoholismo como enfermedad para no beber

El libro de AA "Viviendo Sobrio", con el subtítulo "Algunos de los métodos que los miembros de A.A. han utilizado para no beber", contiene un conjunto de valiosas recomendaciones para mantenerse alejado de ese primer trago, que nos lleva a los alcohólicos al descontrol.

Del capítulo 4, "Recordar que el alcoholismo es una enfermedad incurable, progresiva y fatal", resumimos los siguientes aspectos:
"Uno de los nuevos hábitos mentales que un alcohólico en recuperación puede desarrollar, es la observación calmada de sí mismo como alguien que necesita evitar las substancias químicas (el alcohol y otras drogas sustitutas) si realmente desea mantener una buena salud.

Tenemos la prueba de nuestros propios días de bebedores, que suman centenares de millares de años-hombre, para totalizar una gran cantidad de bebida. Sabemos que, a medida que los años de bebedores iban pasando, nuestros problemas relacionados con la bebida continuamente se empeoraban. El alcoholismo es progresivo.
(...)
También estamos convencidos, después de los innumerables intentos que hicimos de probar lo contrario, que el alcoholismo es incurable, así como algunas otras enfermedades. No puede "curarse" en el sentido de que no podemos cambiar nuestra química corporal para regresar al estado de bebedores normales y moderados, bebedores sociales que tantos de nosotros fuimos durante nuestra juventud.
(...)
Más aún, habiendo observado a miles de alcohólicos que no dejaron de beber, estamos firmemente convencidos de que el alcoholismo es una enfermedad fatal.
(...)
Muy bien, pero ¿qué puede hacer usted si sabe que tiene una enfermedad incurable, progresiva y fatal, ya sea que se trate del alcoholismo o de alguna otra, como un cáncer o una afección cardiaca?

Muchas personas simplemente niegan esa verdad, ignoran su condición, no aceptan el tratamiento, sufren y mueren.

Pero existe otra forma de encarar el problema.

Usted puede aceptar el "diagnóstico", persuadido por su doctor, sus amigos o usted mismo. Luego, averiguar qué puede hacerse, si es que hay algo, para mantener "controlada" esa condición, de manera que pueda vivir todavía muchos años felices, productivos y saludables, mientras y siempre y cuando que usted tome las debidas precauciones. Usted reconoce plenamente la seriedad de su condición, y lleva a cabo todos los puntos necesarios para alcanzar una vida saludable.
(...)
Tratamos de no perder nunca de vista el hecho imperturbable, inmodificable de nuestro alcoholismo, pero también aprendemos a no meditar demasiado o preocuparnos excesivamente por nosotros mismos, y hablar acerca de eso todo el tiempo. Lo aceptamos como una característica de nuestro cuerpo, así como hemos aceptado nuestra estatura, nuestra necesidad de anteojos o cualquier alergia que podamos tener.

Luego hacemos lo posible confortablemente (no en forma amarga) con ese conocimiento, mientras empezamos por evitar simplemente esa primera copa sólo por hoy.
(...)
En resumen: Recordamos que tenemos una enfermedad incurable, potencialmente fatal que se llama alcoholismo. Y en lugar de continuar bebiendo, preferimos buscar y utilizar las formas más agradables de vida sin alcohol.
No tenemos por qué avergonzarnos de padecer esa enfermedad. No es una desgracia. Nadie sabe exactamente por qué algunas personas se convierten en alcohólicos mientras otras no alcanzan ese estado. No es culpa nuestra. Nosotros no queríamos convertirnos en alcohólicos; ni tratamos de adquirir esta enfermedad.

No padecimos  de alcoholismo  porque nos gustara,  después de todo. No establecimos deliberada y maliciosamente los hechos de los   cuales   posteriormente   nos   sentimos   avergonzados.   Los hicimos contra nuestro mejor juicio e instinto porque estábamos realmente enfermos, y ni siquiera lo sabíamos.

Hemos aprendido que no se deriva ningún bien de la lamentación inútil y la preocupación acerca de la forma como nos convertimos en alcohólicos. El primer paso hacia una sensación de bienestar, hacia la recuperación de nuestra enfermedad, es simplemente no beber".


martes, 5 de septiembre de 2017

El alcohol, las emociones y los estados de ánimo

Del libro de Christophe André (psiquiatra y psicoterapeuta), Los estados de ánimo, el aprendizaje de la serenidad. Editorial Kairós, marzo 2010 (subrayado y negritas nuestras)


Los estados de ánimo se pueden modificar químicamente
Se sabe con certeza que el alcohol se utiliza como medio para mejorar los estados de ánimo, sobre todo en las personas que no disponen de motivación y estrategias eficaces para ello. Sus mecanismos de acción sobre los estados de ánimo son múltiples. Por ejemplo: provoca una “miopía psicológica” al reducir nuestras capacidades de visión psíquica a una única cosa a la vez, y de muy cerca, impidiéndonos acceder a cualquier capacidad de distanciarnos y tomar perspectiva: esta teoría explica que el alcohol pueda hacernos “estúpidamente” felices, si ponemos en marcha nuestra alcoholización a partir de estados de ánimo positivos a los que nos agarraremos contra viento y marea; también puede convertirnos en obstinadamente inconsolables si bebemos a partir de la melancolía. El alcohol está asimismo asociado a la capacidad de disminuir la consciencia de uno mismo, teniendo como principal beneficio sentir menos preocupación por distintas preocupaciones que nos atormentan de costumbre. Lo que se intenta encontrar es una especie de “huida de uno mismo”, evitarse uno mismo, alimentada por el sufrimiento de ser lo que se es, además de huir del mundo a través del efecto miope (si se es muy miope, no ve más que lo que se tiene delante de la nariz). Por otra parte, los estudios realizados para explorar las motivaciones de beber alcohol muestran sistemáticamente en primer plano de las razones: se busca ante todo “olvidar las preocupaciones” y “sentir menos”. Claro está, se bebe más los días en que uno se siente triste, y los estados de ánimo negativos son uno de los grandes factores de recaída de los ex bebedores (sobre todo de los hombres, mientras que los factores relacionales dominan entre las mujeres). Pero todo eso no acaba de funcionar, pues los estudios también muestran, por desgracia para los bebedores, a continuación, a corto plazo (tras la desaparición de los efectos inmediatos) y a largo plazo (una vez que la dependencia se ha instalado), un agravamiento muy claro ligado al alcohol: un enorme efecto de rebote de los estados de ánimo negativos, tristeza, inquietud, irritación, etcétera".
Personalmente viví muchas veces ese efecto de rebote del alcohol, al principio de la ingesta se reducen los estados emocionales molestos (depresión, ansiedad), pero conforme se avanza en consumo y se pierde el control, el resultado como dice el libro es un aumento de los estados de ánimo negativos, principalmente una vez que nos hemos visto obligados a parar de beber luego de días de intoxicación alcohólica.